In memoriam. La quinta del biberón

In memoriam es el testimonio de las víctimas de la guerra, un homenaje a tantos muertos injustificados. En este sentido, la representación de Lluis Pasqual es muy digna. Si analizamos la dramaturgia, resulta solo interesante e imperfecta. Si nos dejamos llevar por el honesto y necesario mensaje, nos parecerá un espectáculo maravilloso. Pero aquí voy a hablar de teatro.

Para la batalla del Ebro, la República Española recluta en Cataluña, de forma obligatoria, a menores de 18 años. Es un intento de resistir el avance imparable de Franco. Corre ya el año 1938.

Seis soldados nos cuentan sus historias: el reclutamiento, el entrenamiento, la espera en las trincheras, la batalla y la muerte.

Nos leen sus cartas (la obra se basa en el testimonio de ellas), nos cuentan de forma directa sus miedos, la situación de sus familias, sus protestas por la injusticia de su reclutamiento, el testimonio del sinsentido de la guerra y su propia muerte.

La dramatización del relato es discontinua y destaca en dos momentos: la rutina en las trincheras (con diálogos en catalán sobretitulados) y la escenificación de alguna de sus muertes.

La ruptura de la cuarta pared es continua y, en ocasiones, se utiliza de forma banal: nos recuerdan que los jóvenes de entonces no eran como los de ahora, que un chaval de 17 años sería como uno de 12 años actualmente; nos piden que nos levantemos y rindamos un homenaje de un minuto de silencio; nos dicen que una de sus cartas es al mismo tiempo la carta de muchos... en fin, que no nos tratan como adultos.

Hay dos hallazgos sobresalientes que me gustaría destacar: la proyección de imágenes de la época / los discursos de ambos bandos y la orquesta, un contrapunto hermoso.

En resumen, nos encontramos una vez más con una obra en la que importa el discurso y mucho menos escribir y representar una dramaturgia con una estructura sólida.