La trampa (1944) de Emmanuel Bove
Un testimonio muy interesante de la Francia ocupada por los nazis a través de las desventuras de un ciudadano gris que se ve envuelto en un proceso kafkiano.
1940. Francia ha sido ocupada por los nazis y una parte del país está bajo el régimen colaboracionista de Vichy. Bridet es un hombre corriente que intenta salir de Francia y unirse a De Gaulle. Para conseguir un salvoconducto acude a sus amigos que tienen altos cargos y simula ante ellos lealtad al nuevo régimen. Sin darse cuenta, poco a poco, se va metiendo en un mundo burocrático, de encuentros y desencuentros por pasillos administrativos, que acaban por hacerle prisionero.
Bridet, aunque pueda parecer un patán en ocasiones, es una persona que se muestra digna frente al cambio ideológico y acomodaticio de los demás.
El perfil mediocre del protagonista fortalece la impotencia del personaje, sus vacilaciones ante la desgracia que le va marcando un callejón sin salida. Bove nos transmite la angustia progresiva sin precisar un lenguaje rebuscado, sino directo, descriptivo. Al mismo tiempo permite que, sin empatizar con el protagonista, sea fácil identificarnos con su situación, la de una persona cualquiera que es atrapada en el aparato represivo del estado, la policía y el ejército (en este caso el ejército opresor nazi).
Bove tenía claro, y lo refleja en muchas de sus novelas, que la humanidad se caracteriza por la insolidaridad en las situaciones más difíciles. Contrario a la común idea, ante la desgracia la sociedad, los amigos y los conocidos reaccionan desde la individualidad y el egoísmo.
Una novela que merece estar en la biblioteca por captar de forma tan natural un período de nuestra historia que puede repetirse y por exponer, de forma aparentemente sencilla pero compleja, la fragilidad del ser humano ante la maquinaria social. Además, me ha sorprendido la objetividad de su escritura en fechas tan próximas a los acontecimientos. Un detalle: Bove decidió no publicar nada hasta que Francia fuera libre, aunque siguió escribiendo en su exilio argelino. Murió poco después por paludismo.
Editorial: Pasos Perdidos
Páginas: 189