Tebas Land
Tebas Land es una de esas obras inmensas que te recuerdan por qué amas el teatro, esa sensación de salir tocado.
Un dramaturgo intenta montar una obra en el Teatro Pavón Kamikaze a partir de la historia real de un crimen: un joven ha matado a su padre clavándole varias veces un tenedor. El escritor consigue la autorización para entrevistar al parricida en la cancha de baloncesto de la prisión. Conforme toma notas de sus encuentros, de lo ocurrido, de la personalidad del joven, va escribiendo y ensayando la obra que está construyendo. Los encuentros constituirán la representación teatral. Las escenas 'reales' con el preso son ensayadas a continuación con el actor y, en ocasiones, se producirá la fusión de lo real y lo representado, del asesino y del actor, de las palabras dichas y las palabras reelaboradas en la obra. Tebas Land nos llevará al misterio de la creación de la ficción teatral. Es el fascinante juego del metateatro, fascinante cuando la partida se juega tan bien que no se queda en un mecanismo, un vago discurso, sino que impulsa la acción en dos planos y nos provoca una reflexión y una profunda emoción.
Tebas Land parte de la idea de profundizar en "¿cómo es posible matar a alguien, a tu propio padre?" para luego plantear "¿cómo es posible representar a alguien?". De la reconstrucción de un parricidio y los motivos que originan este asesinato a la forma de representarlo en escena. El conflicto de realidad y ficción, el trasiego entre ambos planos, la utilización de la realidad al servicio del autor y su creación.
Tebas Land es un emocionante homenaje a la creación literaria en general y al teatro en particular, en el que se implica al público en el proceso creativo.
La obra ha sido escrita por Sergio Blanco, dramaturgo franco-uruguayo, a partir de la inspiración del mito de Edipo y otras fuentes para ahondar en el tema del parricidio y su representación escénica. Los diálogos mantienen un permanente interés en los personajes y la evolución de esa relación entre ellos, mantienen al público expectante de principio a fin.
Destaca la interpretación vibrante, deslumbrante, fresca e inteligente de Pablo Espinosa en su doble papel: el parricida y el actor que interpreta al preso. Israel Elejalde trabaja con la naturalidad habitual, reflexivo, dominando la escena con aparente sencillez. El contrapunto perfecto para esta obra ha sido este joven actor.
Tebas Land nos hace reflexionar sobre el teatro, la vida y su representación, la influencia del ser humano sobre otro, el lenguaje y la cultura... y sobre la amistad, la fragilidad, la duda, la confianza, el miedo, la comprensión. Reflexiones que surgen de forma natural, del diálogo del dramaturgo con el preso y el actor; no hay tesis, hay una acción, una interrelación de personajes que les lleva y nos lleva a plantear muchas cuestiones. Los personajes evolucionan en esa convivencia en condiciones extrañas, una cárcel no es un sitio normal, durante un tiempo corto pero suficiente (el tiempo para preparar y estrenar una obra) y con el ritmo que marca la investigación, el origen creativo de la obra (ritmo lleno de balbuceos, en el que el conflicto emocional interrumpe varias veces los encuentros en la cárcel). Los personajes se balancean entre dos fuerzas, acercamiento y alejamiento, se enfrentan dos polos (a veces más próximos de lo que piensan) como la experiencia y la inmadurez.
La austera escenografía nos coloca en primer plano las rejas que aíslan al prisionero que son, al mismo tiempo, las instaladas en la obra que se ensaya. Dentro, una cesta de baloncesto y una mesa. Los personajes siempre hablarán entre ellos dentro de esas rejas. A pesar de la lógica dificultad visual que impone este decorado, es el marco necesario para mantener a los personajes en la situación de presión en la que se encuentran. Se utilizarán proyecciones que serán un elemento dramático fundamental.
La iluminación, muy acertada, es austera como el ambiente donde se desarrolla la obra. Un foco iluminará al dramaturgo, fuera de las rejas, cuando se dirija directamente al público.
Natalia Menéndez ha dirigido con nervio este acercamiento y duelo de personajes, en esos dos planos que plantea maravillosamente Sergio Blanco. Con un trabajo inteligente, dinámico, lleno de matices, para conseguir llegar al corazón y a la mente del espectador.
Una gran experiencia teatral que roza la obra maestra.
Texto: Sergio Blanco
Dirección: Natalia Menéndez
Intérpretes: Israel Elejalde, Pablo Espinosa
Ayudante de dirección: Pilar Valenciano
Escenografía y vestuario: Alfonso Barajas
Iluminación: Juan Gómez Cornejo
Producción: Compañía Salvador Collado y Pavón Teatro Kamikaze
Teatro: Pavón Teatro Kamikaze
22 de noviembre a 7 de enero 2018
Duración: 105 minutos