Europa, que a sí misma se atormenta

Europa, que a sí misma se atormenta es un experimento más que una obra de teatro. Nao d'amores ha recuperado un discurso escrito por Andrés Laguna en 1543 en latín y lo han traducido y llevado a escena.

Andrés Laguna, un erudito y prototipo del hombre de humanidades del Renacimiento, preparó un discurso en el que intentaba la conciliación de las diferentes naciones de Europa en plena crisis religiosa y de lucha de imperios. Fue un avanzado en la idea de Europa.

En su exposición, el orador encarna la alegoría de Europa, da voz a sus lamentos, a sus ruegos, para que las potencias dejen la encarnizada lucha y convivan juntas con sus diferencias.

Aquí no voy a valorar sus ideas: un adelantado a su época, que no han perdido su vigencia en el contexto actual. Así en esencia, porque escuchado su discurso, sus intenciones no se reflejan: predomina una súplica continua, una exposición de las luchas sangrientas, unas frases retóricas que se repiten de forma continuada.

Nao d'amores, para trascender el mero discurso, nos sitúa al orante delante de un teatrillo del que va recogiendo figuras simbólicas acordes a su exposición. El actor se disfraza con un manto con el mapa de Europa cuando encarna la alegoría. También hay dos intérpretes musicales que, con instrumentos de época, dan ambiente a la exposición.

Pero, señores, es un discurso. A pesar de los intentos, no pasa por un monólogo teatral o una narración escenificada. Además, es un discurso pesado, repetitivo, aburrido. Lástima, pero es así.

Juan Meseguer hace una interpretación encomiable, sí, pero exagerada, y nos aburrimos.

Hay un prólogo que nos acerca al autor, contexto e importancia de su discurso. También hay un epílogo donde nos van enseñando los países pintados en el manto...

Europa, que a sí misma se atormenta es un discurso curioso, con valor histórico, de difícil lectura y sin ningún sentido para escenificar. No todos los materiales pueden servir para la escena.