Venenos de Dios, remedios del Diablo (2008) de Mia Couto
Mia Couto es un gran escritor, es sensible y profundo; ahonda en la realidad africana, en el alma humana y, sí, es mozambiqueño. Ha escrito más de veinte libros, en portugués. "Cronicando" (1991) y "Cada hombre es una raza" (2002) son una maravilla. No nos miremos siempre el ombligo, hay magnífica literatura más allá de occidente. ¿Y este libro?
Sidonio Rosa es un joven médico portugués que ha llegado hace poco a un pequeño pueblo africano, Villa Cacimba. Allí busca su destino para encontrar a la mujer que quiere, Deolinda, y que desde hace varios meses ha dejado de escribirle. Su principal paciente será un anciano muy enfermo, Bartolomé, el padre de Deolinda. Su mujer, doña Munda, tiene fama de hechicera. Es un matrimonio que se detesta, que oculta varios secretos y mantiene una extraña relación con este joven blanco. Sidonio es un extranjero en un pueblo que no hace mucho se ha librado del colonialismo, un pueblo en el que hay en ese momento una epidemia de meningitis. El omnipresente cacique del lugar, "Suexcelencia el Administrador", también lo envolverá en los secretos y mentiras que rodean la vida de estas personas.
La narrativa de Mia Couto está llena de lirismo, atenta al detalle de la vida, de las emociones, de las pasiones. Nos lanza una mirada a la vida de Mozambique o de cualquier otro país africano, nos retrata la gente del pueblo de forma realista sin enjuiciar, dejando que cada personaje tenga su espacio y justificación. No termina de definirlos, nos deja que interpretemos su verdad.
El colonialismo, la xenofobia, son temas que forman parte del marco de estas existencias. Bartolomé recuerda su pasado como mecánico en un barco portugués, lo fortuito que fue llegar a ese puesto vedado a los negros, cuando se les utilizaba para llevar a cuestas a los pasajeros hasta el embarcadero.
Pero el libro se centra en los individuos, sus contradicciones, mentiras, ambiciones, odios y deseos. Ningún personaje será puro, todos cargarán sus pecados e intentarán manipular a la persona que tienen a mano.
En esta novela nos encontramos con un argumento que no está bien desarrollado en algunos momentos. Por una parte, la reacción del doctor ante el secreto de Deolinda (su ignorancia inicial cuando parece que se lo cuentan o la ausencia de la emoción esperable) y, por otra, el enredo final de mentiras y secretos, un enredo embrollado próximo a un melodrama, mal integrado, y con algunos diálogos poco convincentes.
El lirismo de la novela, cargado de sencillez, de bella desnudez, nos enmudece. Su narrativa poética no embellece lo que cuenta sino su escritura, el pensamiento. Su narración, por el contrario, es realista, cruda, pegada a la tierra.
Hacia el final de la novela nos encontramos con alguna expresión excesivamente recargada o rebuscada, sin la fluidez con la que suele escribir. Esta circunstancia, junto al mencionado enredo argumental, nos produce una leve decepción al terminar el libro, aunque no hace naufragar la novela. Los valores de esta obra son suficientes como para que merezca una lectura. La mirada sensible de Mia Couto nos emociona, nos detiene. Es una lectura que disfrutamos.
Algunos ejemplos de cómo escribe Mia Couto:
La esposa que pide un remedio para una muerte dulce "Suplica por una muerte tan limpia y leve que no dejaría ni un arañazo en la memoria"
El médico se siente viejo: "La edad es una enfermedad repentina: surge cuando menos se la espera, una simple desilusión, un desacato con la esperanza. Somos dueños del Tiempo solo cuando el Tiempo se olvida de nosotros"
"Las fotos convierten a los parientes en piezas de mobiliario"
"Las familias son cajas de historias, secretos y mentiras"
"Solo creen que han tenido suficiente los que no aman. En el amor solo existen infinitos"
Las diferencias de comunicación en un matrimonio: "Las bellas palabras son un perfume que a ella le gusta usar, pero que él no le obsequia"
Editorial: Txalaparta
Páginas: 169
Un párrafo más que quiero incluir:
"A los diez años todos nos dicen que somos expertos, pero que nos hacen falta ideas propias. A los veinte años nos dicen que somos grandes expertos, pero que no vengamos con ideas. A los treinta años pensamos que nadie más tiene ideas. A los cuarenta creemos que las ideas de los demás son todas nuestras. A los cincuenta pensamos con suficiente sabiduría para ya no tener ideas. A los sesenta aún tenemos ideas, pero olvidamos lo que estábamos pensando. A los setenta solo pensar ya nos hace dormir. A los ochenta solo pensamos cuando dormimos."
Si no has leído la novela, no sigas leyendo.
Destripe argumental: el secreto de Deolinda es que fue violada. En un principio desconocemos si por su propio padre (y por eso la esposa no quiere saber nada de su marido) o por el cacique. Sidonio en ningún momento parece reaccionar cuando conoce la noticia de la violación (por partida doble y como si de nuevas) ni cuando le comunican que la joven murió hace tiempo por el aborto. En el último tercio de novela, las versiones y mentiras de los diferentes personajes se suceden de forma apresurada. Por ejemplo, el descubrimiento de que Sidonio no es médico parece colocado como un elemento más de un argumento que quiere correr de sorpresa en sorpresa.