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La Strada


Aunque el referente fílmico de La Strada de Federico Fellini (1957), con la inolvidable interpretación de Giulietta Masina, queda en nuestro recuerdo como una obra maestra del neorrealismo italiano y del cine en general, no he vuelto a ver esta película desde hace mucho tiempo. Por otra parte, cine y teatro son medios muy diferentes, fáciles de separar. En resumen, comparar esta obra de teatro con la película original no era un riesgo aparente.

Y así fue, empecé a disfrutar de la función como algo nuevo, basado en una idea previa. La decepción llegó porque lo mejor estaba al principio y al final de la obra, con largos momentos en los que no me interesaba lo que ocurría: Verónica Echegui no parecía creerse el papel y no conseguía hacernos creer su personaje; la falta de química entre los protagonistas era ya lo de menos. La interpretación de Alfonso Lara conseguía, por momentos, atraparnos y salvar la función. El espacio sonoro, la iluminación y el audiovisual nos ofrecían una atmósfera atractiva para un contenido que no terminó de cuajar.



La Strada nos cuenta la vida de los feriantes con sus espectáculos ambulantes de pueblo en pueblo. Zampanó tiene un carromato en el que vive y se desplaza con la utilería para montar sus números de feria, bastante lamentables. Acaba de contratar a una nueva ayudante, Gelsamina, para que sustituya a la fallecida. En realidad la ha comprado a su familia, pobre y numerosa. Ella se encargará de cocinar, presentar el espectáculo con redoble tamboril, recoger el dinero con el sombrero... y satisfacer las necesidades sexuales de su dueño. A golpes, la joven Gelsamina aprenderá sus nuevos cometidos y sobrellevará con patética resignación su nueva vida, aunque en algunas ocasiones piense en huir. Con el tiempo, el mundo del espectáculo la fascinará. En el camino conocerá un día a un payaso, alguien que parece escucharla, pero que no gusta a Zampanó y con el que acabará peleándose.


Una obra con suficientes elementos para conseguir que salga el espectador del teatro convulsionado, una obra dura sobre la violencia, la vida nómada, las falsas ilusiones, la inocencia y muchos otros temas. La dirección de Mario Gas es acertada al evitar el melodrama y ceñirse al retrato de la realidad social pero no consigue un equilibrio emocional y tiene el inconveniente de contar con cualidades interpretativas muy diferentes.


La magnífica interpretación de Alfonso Lara devora literalmente el papel de ella; movimientos, gestos, voz, todo él es capaz de mostrar la brutalidad de Zampanó, su simpleza, vanidad y amargura, su contundente machismo y tierno paternalismo.

Verónica Echegui, con su tono agudo, limitada expresividad y, en ocasiones, exagerado aniñamiento de su interpretación, me ha provocado un progresivo distanciamiento emocional de las desventuras de Gelsamina. Su patetismo me resultaba algo artificial, impostado, no por ser melodramático, sino por mostrarse superficial. Por otra parte, Alberto Iglesias no me ha destacado especialmente en su papel, cumple con su cometido.



Muy adecuada la sencilla, inteligente y eficaz escenografía de Juan Sanz, con un pequeño carromato y unas estructuras metálicas que nos irán descubriendo su utilidad para enmarcar los diferentes lugares y ser soporte para las imágenes proyectadas.

La utilización del medio audiovisual (vídeo y fotografía) como complemento escenográfico, me parece muy acertada en esta ocasión. La mayor parte del tiempo sirve para situarnos en el contexto geográfico, aunque su mayor fuerza surge cuando aparecen los protagonistas caracterizados como inquietantes clowns.


La pequeña gran historia de La Strada la encontramos en esta versión de Gerard Vázquez pero ha faltado garra en la dirección y una auténtica Gelsamina para mantener el interés necesario. Lástima.

Texto: Federico Fellini

Versión: Gerard Vázquez

Dirección: Mario Gas

Intérpretes: Verónica Echegui, Alfonso Lara, Alberto Iglesias

Ayudante de dirección: Montse Tixé

Escenografía: Juan Sanz

Iluminación: Felipe Ramos

Videoescena: Álvaro Luna

Vestuario: Cornejo

Música: Orestes Bas

Producción: MuchoRuido Récords, La Estrada AIE

Teatro: La Abadía 22 de noviembre a 30 de diciembre de 2018

Duración: 90 minutos

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