El sueño de la vida
El sueño de la vida es la obra que Alberto Conejero ha continuado a partir del primer acto de la Comedia sin título que Federico García Lorca no pudo terminar. Dos voces que se fusionan y dan aliento a una función que Lluís Pasqual ha dirigido con el pulso y la pasión que requería. Revolución social y dramatúrgica, poesía y realidad, un teatro con el que soñaba Lorca. Una obra que impacta y conmueve. Salir del teatro con el impulso de volver a vivir ese sueño o pesadilla.
Un personaje que se presenta como el Autor se dirige a nosotros para decirnos que no quiere representar una obra complaciente, quiere romper las barreras del teatro y traer la realidad al escenario, remover la conciencia del público, ahogar el artificio de la función. Lorca (el Autor) quiere incluso dar un paso más y que la revolución que resuena en las calles entre al teatro. Y así acaba el único acto que le dejaron escribir, con disparos y muertos en nuestro Teatro Español.
Alberto Conejero imagina los diálogos y la evolución de los personajes en los otros dos actos que escribe, con palabras que brotan del propio Lorca en muchas ocasiones, versos enigmáticos de Poeta en Nueva York.
Podéis leer un resumen más extenso del argumento de la obra, editada en Cátedra, en la entrada del blog de "Lectura teatral", aunque la versión que vemos aquí representada difiere en dos aspectos:
El tercer acto se ha modificado y simplificado, en la representación aparecen dos únicos personajes y su duración es muy breve, como si se tratara de un epílogo. Una elección que consigue reducir la densidad de la obra y reforzar el espíritu cíclico de la misma.
Lluís Pasqual ha cambiado el sentido del segundo acto, ha convertido los hechos que ocurren en el escenario en un ensayo teatral. Es una inteligente vuelta de tuerca, crea un sueño dentro de otro sueño o un homenaje al juego teatral. El inconveniente de esta decisión es que resta dramatismo en algunas escenas, sobre todo la agonía del Autor que es el motor de la transformación de la Actriz, una de las más bellas ideas de Conejero. Permanece el monólogo de la Actriz, uno de los momentos más líricos y dramáticos de la obra que Emma Vilarasau interpreta de tal forma que logra estremecernos, fantástica y perturbadora cuando nos habla desde su desnudez.
Nacho Sánchez interpreta al Autor con pasión, nos hipnotiza, remueve, provoca, tensa. Una lección de cómo dominar al público desde el primer momento. Puede ser que no coincidamos con la opción de Pasqual de colocar al personaje desde el principio en un tono de angustia (cada lector hace su lectura e interpretación) pero, sinceramente, da igual, cuando se cuenta con un actorazo como Nacho Sánchez. En muchos momentos nos deja sin respiración, apasionante.
Todos los actores, en sus diferentes papeles, siguen el alto voltaje de los protagonistas, todos a una. Contundentes, veraces sin fisura.
El sueño de la vida es una de esas obras que sorprenden a pesar del tiempo que ha pasado. Conejero, como alter ego, parece que escribió al lado de Lorca. Una obra que genera esa pasión que se buscaba, sin renunciar a la belleza de la palabra y el alma, a la verdad de la realidad, a la transformación y la revolución soñada.
Una representación dirigida con sabiduría, con el espíritu de la creación en papel para ascender a la escena de la vida.
Estuve en el estreno y, me gustó tanto, que también estaré en la última representación en el Teatro Español. Cerraré el ciclo de la obra, empezaré donde terminó.
Texto: Federico García Lorca y Alberto Conejero
Dirección: Lluís Pasqual
Intérpretes: Nacho Sánchez, Emma Vilarasau, Dafnis Balduz, Ester Bellver, María Isasi, Raúl Jiménez, Daniel Jumillas, Jaume Madaula, Juan Matute, Antonio Medina, Chema de Miguel, Koldo Olabarri, Sergio Otegui, Juan Paños, Luis Perezagua, César Sánchez.
Escenografía y Vestuario: Alejandro Andújar
Iluminación: Pascal Merat
Músicos: Miguel Huertas e Iván Mellén
Espacio Sonoro: Roc Mateu
Ayudante dirección: Carlos Roó
Producción: Teatro Español y Comunidad de Madrid
Teatro: Teatro Español 17 de enero a 24 de febrero de 2019
Duración: 100 minutos