Shock. El condor y el puma
Shock. El cóndor y el puma es una obra que pertenece al teatro documental y social. Es decir, un teatro que intenta reproducir los hechos que denuncia de forma fiel. Para ello se apoyará en testimonios, documentos que nos han llegado (documentales o cualquier otra filmación, expedientes, libros, anotaciones), escucharemos discursos, entrevistas grabadas...
Este tipo de teatro suele ser frío, expositivo, sin humanidad (no vayamos más allá de los hechos) pero alcanza la sensibilidad del público a través del elemento social denunciado. Porque, realmente, los hechos fueron terribles.
Un teatro casi siempre tímido, otras veces incapaz, en exponer personajes de carne y hueso más allá del aspecto externo conocido.
Un teatro que, si hace falta, según el autor, explicará directamente al público cómo fueron los hechos, para que comprendamos todo y no nos perdamos por el camino de la historia. A veces, nos remarcarán de forma insistente lo que nos están testimoniando por si no nos hemos enterado.
El teatro documental es, tengo que confesarlo, un tipo de teatro que me suele aburrir, no me emocionan porque suele faltar alma a los seres representados: exoesqueletos que son testimonio de lo que se pudo conocer desde fuera pero pocas veces lo que fueron realmente esas personas representadas. Un teatro que, muchas veces, se queda en una denuncia enfática, discursiva. Hay excepciones, por supuesto.
Shock. El cóndor y el puma nos muestra la confabulación del capitalismo liberal y la actuación directa de Estados Unidos para acabar con los gobiernos socialistas o comunistas, que fueron elegidos democráticamente, pero no aceptan las normas del libre comercio. Para ello, apoyó dictaduras y asesoró golpes de estado en Latinoamérica.
En las primeras escenas veremos al economista Milton Friedman (en vídeo y representación simultánea) que nos hablará del capitalismo como si fuera el único motor de la felicidad y la prosperidad para todo el mundo. Asistiremos a una reunión de individuos que son una representación del poder económico y político, situada en Montreal, en 1957. Una actriz nos repetirá varias veces que estamos en esa ciudad y en 1957 para que tengamos claro qué pronto se generó la semilla del terror que luego llegaría; cuando los reunidos ríen, también la actriz nos señalará que esas risas son desalmadas...
Todo llevará a las dictaduras argentina y chilena. Asistiremos al bombardeo de la Casa de la Moneda donde resistió Allende, con imágenes documentales y escenificación de los últimos momentos del presidente. Veremos los discursos de varios dictadores, Víctor Jara apresado y asesinado, las madres de la Plaza de Mayo... También habrá escenas que nos llevarán a la tortura y a las sesiones de electroshock.
El gran momento de la obra, que dura casi tres horas, es la breve escena en la que Ernesto Alterio interpreta a un superviviente anónimo que nos relata cómo fue torturado. Una escena conmovedora, auténtica, humana, sencilla y grande, con una interpretación de oro.
Hallazgos como la celebración del mundial de fútbol en Argentina y el gol de Kempes mientras mueren torturadas las víctimas del terrorismo de estado, acaban perdiendo interés cuando repiten ¿tres, cuatro veces? el gol lanzando la pelota al público.
Otros momentos penosos, que parecen pensados para que el público se descongestione del drama documentado con algo humorístico, los encontramos en la parodia de Margaret Thatcher o en la entrevista entre Nixon y Elvis.
El escenario circular y los pocos elementos utilizados, junto con las proyecciones en cuatro pantallas, son el cuerpo de la escenografía. Todo ello, con el maravilloso trabajo de iluminación, consigue que el espectador quede inmerso en los hechos. Una economía de medios que consigue hacernos pasar por múltiples acontecimientos y personajes.
Seis actores en escena que se multiplican en más de media docena de personajes cada uno, que son capaces de cambiar de uno a otro de forma instantánea. Obra coral e individual encomiable.
En el texto han intervenido cuatro dramaturgos, aunque la mayor parte es obra de Albert Boronat y Andrés Lima. La pieza humorística de Margaret Thatcher está escrita por Juan Mayorga, así como la de Nixon y Elvis por Juan Cavestany, aunque también han intervenido en el texto de algunas otras escenas. La utilización de vídeos, conociendo su trayectoria, supongo que es una idea de Boronat.
Shock. El cóndor y el puma es una obra que encantará a los amantes de la denuncia social o de la historia novelada o "teatrada", o los que quieren salir del teatro, del cine o de la novela sabiendo algo más de la realidad.
Para aquellos que buscamos un estímulo más humano, menos documental, nos quedaremos con los minutos de oro de Ernesto Alterio.
Texto: Albert Boronat, Andrés Lima, Juan Cavestany, Juan Mayorga
Dramaturgia: Albert Boronat, Andrés Lima.
Dirección: Andrés Lima
Intérpretes: Ernesto Alterio, Ramón Barea, Natalia Hernández, María Morales, Paco Ochoa, Juan Vinuesa
Escenografía y vestuario: Beatriz San Juan
Iluminación: Pedro Yagüe
Videocreación: Miguel Ángel Raió
Ayudante de dirección: Laura Ortega
Producción: CDN
Teatro:Valle Inclán 28 de abril a 9 de junio de 2019
Duración: 160 minutos
Friedman
Salvador Allende
El gol de Kempes
Margaret Thatcher