La vida es sueño
Helena Pimenta se despide de la dirección de la Compañía Nacional de Teatro Clásico con la misma obra con la que empezó su brillante andadura. En aquella ocasión la puesta en escena fue más arriesgada: Blanca Portillo interpretaba el papel de Segismundo. Ahora, también con versión de Juan Mayorga, los intérpretes son de la Joven Compañía.
Sin perder la esencia de la obra y del texto de Calderón de la Barca, se introducen algunas variaciones que permiten participar de forma apasionante a todo el elenco de la compañía.
Recordemos el argumento: Segismundo se encuentra preso en una torre, ha sido privado de su libertad sin conocer el delito. Su padre, el rey Basilio, lo encarceló porque, según un oráculo, gobernaría con crueldad. El único contacto con el mundo es su instructor Clotaldo, hasta que un día una dama, Rosaura, lo encuentra. El rey decide someter a su hijo a una prueba: llevarlo a la corte y comprobar si se comporta como un tirano. Dormido, Segismundo es trasladado al palacio y allí, confuso, pensará que se trata de un sueño...
El texto poético y profundo de La vida es sueño, por sí solo, es ya una ventaja para que la función pueda ser un éxito. Una obra, quizá la mejor de Calderón, que tiene varias lecturas y que, como auténtico clásico, plantea preguntas eternas sobre el ser humano y la sociedad.
Disfrutamos de la obra gracias a una buena dirección de escena y de actores, con unos intérpretes entregados, expresivos, vitales pero contenidos, con un perfecto dominio del verso.
Alejandro Pau nos ofrece una gran interpretación de Segismundo, perfecta su voz y sus gestos para expresar su desesperación y su ira, con los versos naturales. Irene Serrano consigue una Rosaura adorable. El desdoblamiento de algún personaje, interpretado por varios actores o actrices, produce algún momento confuso de identificación, sin afectar demasiado al conjunto de la obra.
La inclusión de canciones interpretadas por los propios actores y acompañadas de algunos instrumentos, algo habitual en los montajes de esta compañía, se intercalan de manera menos natural que en otras ocasiones.
Excelente iluminación de Juan Gómez Cornejo, tal y como nos tiene acostumbrados, pero no por ello hay que dejar de decirlo: aquí nos ofrece un exquisito trabajo. Por otro lado, nos encontramos con una escenografía funcional, firmada por Mónica Teijeiro, con pocos medios y que aprovecha, incluso, la parrilla de iluminación como escenario; se echa de menos una mayor imaginación.
Esta versión permite que el texto original se siga disfrutando en los escenarios con nuevos bríos. Siempre es un privilegio asistir a una función de la Compañía Nacional de Teatro Clásico, un excepcional refugio del verso de nuestro teatro clásico español. Siempre han alcanzado unas cotas mínimas de calidad que espero se sigan manteniendo con independencia de quien la dirija. Ahora será el turno de Lluis Homar.
La vida es sueño es un gran clásico que sigue enamorando en los escenarios cuando se dirige e interpreta con pasión. Aquí está pasando.
Texto: Calderón de la Barca
Versión: Juan Mayorga
Dirección: Helena Pimenta
Intérpretes. Alejandro Pau, Irene Serrano, Iñigo Álvarez de Lara, Mariano Estudillo, Anna Maruny, Aisa Pérez, Pau Quero, Alba Recondo, Víctor Sáinz, Fernando Trujillo, Juan de Vera, José Luis Verguizas
Escenografía y vestuario: Mónica Teijeiro
Iluminación: Juan Gómez Cornejo
Sonido: Eduardo Vasco
Coreografía: Nuria Castejón
Producción: CNTC
Teatro: Teatro de la Comedia 13 de septiembre al 20 de octubre 2019
Duración: 95 minutos