Ardor guerrero (1995) de Antonio Muñoz Molina
Entre El jinete Polaco y Plenilunio, Antonio Muñoz Molina escribió tres novelas: Los misterios de Madrid (1992), la novela más mediocre del autor, El dueño del secreto (1994) y Ardor Guerrero, estas dos últimas con buen pulso, recuperado de su bache narrativo.
En Ardor Guerrero nos describe el microcosmos del ejército a través de su experiencia del servicio militar. Con mirada crítica, con certero y cuidado lenguaje, vamos leyendo sus páginas que nos trasladan a la época de una España que había estrenado democracia, pero todavía una sociedad anclada en tiempos pretéritos, en la que el terrorismo golpeaba sobre los pasos balbuceantes de la libertad. Es un fragmento de la historia de muchos de nosotros que ahora se siente ya muy lejana.
Algunas noches, nos dice, se despierta pensando que la pesadilla de la mili no ha acabado. Recuerda el prestigio que confería la experiencia del servicio militar a los hombres de la generación anterior: héroes de un ejército sin guerra, su única salida al exterior, el viaje de su vida. Para él fue una experiencia muy diferente, traumática. El primer golpe fue su destino, Vitoria y San Sebastián, en una época en que ETA dejaba un reguero de cuerpos ensangrentados (1979) y la amenaza golpista subyacía.
El mundo del ejército separado del civil con un sentimiento de orgullo demente, con sus propias reglas: la dictadura y las órdenes caprichosas sin réplica, el lenguaje y código peculiar, la convivencia sin intimidad (duchas comunes, baños sin puertas, dormitorios...), el sacrificio absurdo como valor que fortalece el espíritu personal y heroico. El efecto sobre los jóvenes que llegan de su vida particular y vuelven a ser niños de colegio que temen a sus superiores. Pero sobre todo, el efecto de anulación personal por la uniformidad y la obediencia ciega que se impone, llegando a una distorsión de la realidad. Un sistema que anula a la persona a través del temor, la obediencia ciega, la monotonía que produce "un espejismo de intemporalidad, un estupor gradual de la inteligencia".
La masa dividida en grupos sectarios, surgidos de los diferentes reemplazos, muestra la crueldad de los individuos y la malsana alegría de no ser uno de los pringados, la alegría de machacar al débil.
El autor se atreve a dar unos apuntes negativos sobre su personalidad, un joven pusilánime que también se deja llevar por esos sentimientos de masa cuando ha conseguido integrarse, alejarse del grupo de torpes.
Ni militares ni soldados escapan a su mirada crítica pero, ante todo, el absurdo y denigrante sistema militar. El episodio felliniano en el que se ven envueltos él y su jefe cuando los destinan, durante un mes, a la gestión del comedor del cuartel es impactante.
Pero, a pesar de todo, también el autor pudo disfrutar de su paraíso particular cuando fue destinado a las oficinas y aprendió la nueva rutina burocrática que imperaba allí: noches de lectura agazapada.
Para aquellos que hemos hecho el servicio militar esta novela nos recuerda muchas anécdotas y pesadillas de experiencia similar. Para los que no, queda una obra muy interesante que va más allá del testimonio, un reflejo peculiar de la naturaleza humana bajo un sistema autoritario.
Editorial: Alfaguara
Páginas: 384
Algunos párrafos del libro:
La anulación del individuo, resumida en este párrafo: "...el miedo constante a que nos sobreviniera un arresto, debilitaba y muchas veces abolía del todo nuestra individualidad, volviéndonos así maleables y dóciles, uniformando nuestra conciencia en el mismo grado en que habían uniformado nuestro paso y nuestro vestuario" p.98
Reflexión muy personal sobre el final de la mili y referencia a la obra de Conrad, que leía en ese momento y se identificaba: "cuando terminara el tiempo suspendido del ejército, que había sido mi prisión, pero también mi refugio, y ya no me quedara más remedio que pisar mi propia línea de sombra, el umbral menos deseado que temido de la vida adulta, de la búsqueda de un trabajo y de la naturaleza verdadera de mi vocación, de las decisiones sentimentales que ya no tendrían ninguna excusa para ser postergadas." p332