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Con la soga al cuello (1902) de Joseph Conrad



"Con la soga al cuello" no está a la altura de las grandes novelas de Conrad, "El corazón de las tinieblas" o "Lord Jim", pero resulta muy interesante. El atractivo protagonista, un capitán jubilado que se arruina y tiene que embarcarse otra vez, y la atmósfera de los mares del Sur, consiguieron hipnotizarme.







El capitán Whalley es un viejo lobo de mar que pensaba disfrutar de su jubilación en un barco de recreo con la fortuna ganada en inversiones, con la tranquilidad de haber asegurado el futuro de su hija. Pero a los 67 años se encuentra en quiebra y tiene que volver a buscar trabajo. El marinero que fuera una leyenda en la navegación por los mares del Sur (incluso una isla lleva su nombre) tiene que asumir que el mundo ha cambiado y él se encuentra desplazado. Whalley es todavía un hombre imponente, alto, cuya presencia produce respeto. Su hija necesita dinero para poder abrir una pensión, su marido no gana nada. Así que Whalley emprende una nueva andadura y se convierte en socio del propietario de un barco, Mally, un hombre de mal talante que ha ido despidiendo a todos los capitanes que han pilotado su nave. Unos viajes rutinarios a lo largo de tres años, que cubre siempre la misma ruta, nos sitúan al final de este recorrido en el que los personajes entran en conflicto y se produce una revelación que sorprenderá.


Su prosa fluida, evocadora, nos lleva por los mares del Sur, con una cierta melancolía por un mundo que ha desaparecido: una época de cambios en el comercio y en la navegación, en el que las grandes compañías comerciales van transformando el paisaje y jóvenes capitanes están al frente de naves de otro calado. Esa cierta nostalgia se suma a la empatía que vuelca en el protagonista: un viejo héroe que, a pesar de haber quedado atrás en este nuevo mundo, hace frente con gran entereza al gran revés que ha sufrido, sigue adelante a pesar de las dificultades con un único fin en su vida, apoyar a su único legado en el mundo, su hija. El otro legado, un nombre en la geografía, carece de importancia, casi todos han olvidado quién es Whalley. Si el capitán representa la honradez, los valores tradicionales, el sentido del deber o el excesivo orgullo, en su camino se encontrará con la avaricia incombustible de los hombres, el rencor y el ansia de poder. Junto a esto, también se abre hueco la lealtad y la amistad.

La caracterización miserable del dueño del barco, Mally, o del piloto Sterne se antepondrá a la presencia del holandés Van Wick, propietario de una plantación de tabaco, o el reencuentro con el capitán Elliot, ahora Administrador General del puerto.


Conrad nos refleja la convivencia xenófoba de los blancos con los malayos y la actitud de estos con gran economía de palabras, como sólo los grandes escritores son capaces. Y nos desnuda el alma de los ambiciosos en toda su miseria. El silencio y la naturaleza son presencias a lo largo de la novela que el escritor maneja con maestría. Pero la narrativa tiene altibajos a nivel argumental, pierde pulso varias veces, y me ha sorprendido las carencias del autor en la descripción paisajística (excesiva y poco inspirada). Esta irregularidad también se refleja en diálogos poco acertados junto a otros geniales. Estos son los motivos por los que el libro no llega a apasionar, a pesar de un protagonista inolvidable y tan entrañable.



"Con la soga al cuello" es una novela que ofrece el suficiente interés para sumergirte en ella. Las obras menores de este gran escritor pueden estar a mayor altura que de muchos otros.




Editorial: Espasa

Páginas: 190



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