El primer hombre (1960) de Albert Camus
SERIE NOTAS
Se trata de la última obra de Albert Camus, inconclusa porque estaba escribiéndola cuando murió en un accidente de coche en 1960. "El primer hombre" es una autobiografía en la que ha modificado los nombres de los personajes reales pero es mucho más, es una profunda, desgarradora y sincera reflexión personal sobre su mundo.
Este libro es de una belleza desbordante, en sus páginas hay recuerdos que rebosan encanto, también amargura, observaciones críticas que dejan huella en el lector y una clara exposición de la injusticia social… Es una lástima que no pudiera terminar el libro para redondearlo, se nota que podría haber suprimido o extendido diferentes párrafos para conseguir esa obra maestra que se intuye.
Reflexiona sobre su propia vida, en la que tiene especial relevancia la ausencia de la figura del padre y las limitaciones de la madre, tan distanciado intelectual y emocionalmente de ella. No obstante, su mirada va más allá de sus vivencias más íntimas, hay un constante análisis crítico de la sociedad de su época.
En estas notas apunto algunas de las ideas que expone el autor y que, en su justa medida, habría que profundizar y debatir de forma pausada, tras una segunda lectura:
El trabajo como algo inútil que marca la dura vida del pobre pero que padece también el que realiza un rutinario trabajo de oficina. Trabajos cuyo resultado son días largos y una vida más corta.
“La memoria de los pobres está menos alimentada que la de los ricos, tienen menos puntos de referencia en el espacio, puesto que rara vez dejan el lugar donde viven, y también menos puntos de referencia en el tiempo de una vida uniforme y gris”
“El tiempo perdido sólo lo recuperan los ricos. Para los pobres, el tiempo sólo narra los vagos rastros del camino de la muerte. Y además, para poder soportar, no hay que recordar demasiado, hay que estar pegado a los días.”
Una mirada a la infancia y la juventud frente a las injusticias de los adultos. Por otra parte, hay una memorable descripción de la entrada a la adolescencia.
El liceo fue para el escritor el descubrimiento de otro mundo, más allá del que vivía encerrado en su pequeño y pobre círculo que intentaba enmascarar con las fantasías de sus lecturas.
Hay un episodio desgarrador y sincero en el que nos relata su llegada al liceo a la hora de rellenar la casilla de profesión de la madre, criada: “Jacques empezó a escribir la palabra, se detuvo y de golpe conoció la vergüenza y la vergüenza de haber sentido vergüenza” Este pensamiento resume toda la frustración y conmoción que padece el humilde frente a ese mundo exterior y superior (al menos, en alguno de sus valores). Y añade el autor: “Un niño no es nada por sí mismo, son sus padres quienes lo representan. Por ellos se define, por ellos es definido a los ojos del mundo.”
Describe la amarga y anodina vida de los pobres: "sabían por experiencia que pare regularmente la desgracia sin haber dado siquiera señales de estar preñada.” “Vivían cerca de la muerte, es decir, siempre en presente.”
Dedica varias páginas a los colonizadores perseguidores / perseguidos, emigrantes con aire sombrío y obstinado, una sombra que sobrevive y que, como sombra, se borrará en el futuro cuando el país vuelva a manos de los argelinos de origen y raza.
No aborda la situación de los atentados argelinos por la independencia de forma directa, en lo que hasta entonces había escrito.
Final: “él sentía hoy que la vida, la juventud, los seres se le escapaban, sin poder salvar nada de ellos, abandonado a la única esperanza ciega de que esa fuerza oscura que durante tantos años lo había alzado por encima de los días… le diese también, y con la misma generosidad infatigable con que le diera sus razones para vivir, razones para envejecer y morir sin rebeldía.”
Editorial: Tusquets
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