Equus
"Equus" es una obra extraña y fascinante, exigente en su representación. En esta función destaca la excelente interpretación de Álex Villazán que salva esta propuesta.
Al psiquiatra Martin Dysart le piden que acepte un nuevo paciente en su clínica, un joven que ha sido detenido por sacar con un punzón los ojos de media docena de caballos, a los que cuidaba hasta entonces con devoción. La comunicación con el paciente será difícil pero, con el tiempo, el psiquiatra irá averiguando detalles de la vida del joven y los problemas que lo llevaron a su extraña y brutal acción.
La obra tiene varias lecturas y podría deciros que "Equus" es un canto a la libertad y un lamento a la represión social, familiar y sexual pero también es, en el aspecto más intimo, el retrato de un adolescente que no sabe canalizar sus sentimientos (como tantos otros en esa complicada etapa de la vida).
En el conflictivo y tenso diálogo entre el psiquiatra y el joven descubrimos el complejo entramado de circunstancias que ayudan a comprender la violencia inexplicable de este personaje: la figura del padre autoritario y represor, la religión castradora de la mente, la canalización del sexo, la falta de comunicación, el miedo ante emociones que se desconocen o no se controlan...
Otro aspecto interesante de la obra es observar cómo afecta al propio psiquiatra, a pesar de su alejamiento profesional, la relación con este joven, la transferencia y el poder del cambio a través de ella.
Es cierto que subyace una excesiva carga psicoanalítica en algunos aspectos desfasada pero la fuerza y rebeldía que emana del protagonista, la complejidad del mismo, supone un atractivo que justifica toda la obra.
Álex Villazán realiza una interpretación electrizante, de esas que deja al espectador hipnotizado y que recordará durante bastante tiempo. El papel es complejo, exige un dominio corporal y expresivo muy difícil de conseguir y este actor se imbuye en él con aparente naturalidad. Lamentablemente, Roberto Álvarez nos ofrece una actuación hierática, desapasionada, que paraliza toda vida escénica; sólo se salva el buen monólogo final. El resto del elenco cumple con escasa energía sus papeles secundarios.
Carolina África no está inspirada. Al inicio de la representación, el movimiento de módulos del decorado ya hace presagiar su falta de ideas. Sabemos que la obra es complicada de llevar a escena pero es tan rica en matices que permite, con imaginación, vapulear al público a varios niveles. Sorprende, por tanto, ver en escena una obra tan plana, sin vitalidad. El sillón que hace de caballo resulta sonrojante como solución escenográfica.
Si no fuera por el magnífico texto de Peter Shaffer y la grandiosa interpretación de Álex Villazán esta función no se podría sostener.
Texto: Peter Shaffer
Dirección: Carolina África
Adaptación: Natalio Grueso
Intérpretes: Álex Villazán, Roberto Álvarez, Manuela Paso, Claudia Galán, Jorge Mayor
Ayudante de Dirección: Juanma Romero
Escenografía: Bengoa Vázquez
Iluminación: Sergio Torres
Vestuario: Lupe Valero
Videoescena: David Martínez
Sonido: Manuel Solís
Coreógrafo/Asesor de movimiento: Andoni Larrabeiti
Producción: José Velasco
Teatro: Infanta Isabel Del 28 de septiembre al 27 de noviembre de 2022
Duración: 90 minutos
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