Los farsantes
La nueva obra de Pablo Remón es una magnífica comedia que juega con sus personajes, autor incluido, y utiliza diferentes lenguajes teatrales para sorprendernos con unas historias originales del mundo del cine y el teatro.
Ana Velasco es una joven actriz que ha tenido una carrera sin éxito; mientras se gana el sueldo con clases de pilates, interviene en obras infantiles, algún culebrón televisivo... También fue un fracaso su gira con una obra alternativa. Diego Fontana, maduro director de películas comerciales, va a empezar a dirigir una serie que ha comprado una plataforma de televisión pero un accidente le hará replantearse su vida, para desesperación de su productor. El padre de Ana, que murió en el más completo olvido, fue un director de culto y mentor de Diego...
¡Ah! y también está el autor de esta obra que interviene en la misma...
"Los farsantes" juega con varios estilos dramatúrgicos que Pablo Remón encaja con precisión y aparente naturalidad (un genio). No es una obra realista, o no lo es en gran parte, entremezcla sueños (a veces tardamos en deducir que es un sueño), autoficción, fantasías, apariciones de personas del pasado ya fallecidas... Todo esto representado en varios estilos: teatro clásico, narrativo (con uso ocasional de micrófono y puntos de vista diferentes), abordaje de escenas con un claro sabor cinematográfico, sobretítulos iniciales que emprenden el primer monólogo del autor, ruptura de la cuarta pared... Todo en un claro tono de comedia con toques de melancolía.
Mi intención es dar pistas, no definir la obra, porque sería encorsetar el genio libre de Pablo Remón, los giros y sorpresas que de forma continua nos ofrece esta maravillosa representación.
El humor está presente desde varios puntos de vista: el chiste directo, la conversación confusa, la escena que se vuelve irreal y ridícula, la anécdota tierna que despierta la sonrisa, las reacciones de los personajes o la ironía de los acontecimientos.
“Los farsantes” tiene una duración de dos horas y media, algo excesiva, con alguna escena que se alarga de forma innecesaria, sin aportar nada al argumento o los personajes (la escena en la habitación entre el director y el productor, por ejemplo) y con algunos chistes que hubiera suprimido por facilones o redundantes (la genial escena del niño y el globo es otro ejemplo). Pocas obras sobrepasan las dos horas porque realmente lo necesitan.
La obra está construida en planos que se entrecruzan o superponen. Ya desde el principio nos dicen que todo puede ser un sueño y nosotros ser parte del mismo y el final está más cercano a la parábola que a la conclusión de las diferentes historias contadas.
Los cuatro actores representan muchos personajes y vuelan por tiempos y espacios (reales, soñados, deseados, del más allá) diferentes. Destacan los papeles ya mencionados, la actriz Ana (Bárbara Lennie), el director en crisis y el padre (ambos interpretados por Javier Cámara), el productor y el autor (Francesco Carril). Todos magníficos. Nuria Mencía es la actriz que asume más papeles y resulta camaleónica. La vuelta a los escenarios de Javier Cámara, después de diez años, ha sido por la puerta grande y queremos más interpretaciones de la maravillosa Bárbara Lennie.
Monica Boromello ha diseñado un decorado en dos alturas; la parte inferior de tonos claros donde transcurren la mayoría de las escenas y se mueven los diferentes elementos del decorado para crear distintos espacios escénicos (con gran fluidez) y el piso superior que se divide en una cabina de un avión (escena única) y una habitación con terraza. Un decorado funcional, adecuado y que permite el movimiento de actores / personajes con cierta agilidad. El buen diseño de iluminación de David Picazo ha sido esencial para complementar y reforzar este decorado multiescénico.
Ya comentados los aspectos esenciales de esta magnífica experiencia teatral, quiero detenerme en el espíritu que la obra de Remón me transfiere, ese humor de sonrisa continua y, aparentemente, festiva pero que habla de las experiencias humanas desde un presente inestable que lleva a sus personajes a mirar hacia el pasado, recordarlo con cierta melancolía, o dejarse llevar por la fantasía de sus sueños, profesionales o íntimos, y que, a pesar de todo, no dejan de seguir caminando hacia adelante con una esperanza de otro futuro.
Texto: Pablo Remón (con la colaboración de Violeta Canals)
Dirección: Pablo Remón
Intérpretes: Javier Cámara, Francesco Carril, Bárbara Lennie y Nuria Mencía
Escenografía: Monica Boromello
Iluminación: David Picazo
Vestuario: Ana López Cobos
Sonido: Sandra Vicente
Ayudante de dirección: Raquel Alarcón
Producción: Centro Dramático Nacional y Buxman Producciones
Teatro: Valle-Inclán Del 29 de abril al 12 de junio de 2022
Duración: 145 minutos
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